Bruno ya empieza a querer comer solo. No hay nada como la guardería para que se espabilen, en todos los sentidos claro. Quieren ser independientes, no paran de liar una detrás de otra, si su hermana no le deja algo pues te muerdo, que todo el mundo sabe que es el mejor modo de solucionar una disputa, y cuando quiero algo y tú también, pues chillo como un loco como si me fuera la vida en ello. ¡Ah! y no nos olvidemos de los virus, que les gustamos tanto que si pueden se vienen a casa con nosotros.
Ayer por la noche para cenar, le puse sopa y un poco de pollo, que le corté en trocitos muy pequeñitos, para que mientras Amalia y yo cenábamos, él fuera cogiendo a su ritmo. La verdad es que fue cenando muy bien y nosotras disfrutábamos de nuestra cena. A Amalia le hace gracia verle cuando ya empieza a "valerse" por sí mismo.
Fue en un momento cuando me levanté a coger algo que me faltaba y Amalia me dice, "mamá mira Bruno lo que hace". Cuando me giré, Bruno tenía el pollo que le faltaba por comer en la cabeza junto con el plato, claro. ¡Y le pareció tan buena idea!. Le quité el plato y estaba todo el pollo por la cabeza, eso sí con su aceitito. Un desastre, porque los trozos de pollo los pude sacar pero el aceite es otro cantar. Le quité lo que pude de aceite, pero eso siempre queda un poco, así que los pelos de punta. Total que hemos descubierto una gran gomina. La de aceite de oliva.
Mañana más y mejor.
Un beso.
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