Amalia estaba en pijama, así que le dije que se vistiera rápidamente, cosa que hizo rápido y fenomenal. Eso sí, ella pensó, yo me visto y me voy a urgencias contigo mamá, pero divina de la muerte. Se puso la chaqueta del uniforme y las medias y la falda de patinaje. ¡No pasa nada!, vamos con prisa, lo que se ponga está bien...
Mi marido en ese momento estaba en un atasco de camino al trabajo, así que llamé a mi hermano que era el que tenía más cerca, para que me acompañara con los niños.
Fuimos al Hospital y la verdad que fue todo muy rápido. Le dieron dos puntos en la rajita del labio y así nos fuimos para casa, ¡hasta la próxima avería!, como decía mi madre.
Agradezco desde aquí a las tres personas que nos atendieron en el hospital. La primera enfermera que le puso la anestesia. Fue sólo como una cremita, nada de pinchazos extra. Y a la Dra. Andrea Barriga García y su ayudante. Fueron muy atentas y agradables con nosotros.
Creo y espero que quede la menor cicatriz posible, aunque como me dijo el primer doctor que le atendió ayer en el centro de salud que suelo llevar a los niños: "estas cicatrices, luego le gustan mucho a las mujeres. Dan personalidad". Gracias por aconsejarme dónde llevar al niño para que le cosieran.
Después de llegar a casa, a Bruno ya se le había pasado todo. Y como el hombre es el único animal que tropieza en la misma piedra dos veces, debe ser que con una no tuvo suficiente y quería volver a intentarlo.
Pensé que no cenaría por dolor o algo, pero de eso nada. "Yo no perdono la cena ni loco". Ha descansado toda la noche y hoy estaba feliz, igual que su hermana.
Mañana más y mejor.
Un beso.
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