Como os prometí, voy a explicar el "viajecito" de vuelta
Barcelona-Madrid en AVE.
Tal como expliqué, viajaba yo sola con mis
dos niños de 5 y un año y medio y con una maleta gigante, porque ya se sabe que
con niños es mejor prevenir y pecar de más que de menos.
Como no sabía cómo me iba a apañar para
subir y bajar del tren, llamé a Renfe para que me informaran y me dijeron que
no podían hacer nada, que me apañara como pudiera y con la buena voluntad de la
gente. ¡Fantástico!, los billetes cuestan un riñón, pero si necesitas ayuda, o
eres invidente o vas en silla de ruedas (según la explicación que me dieron en
Renfe) o nada de nada.
Me acompañaron a la estación mis
familiares y preguntando en la entrada, nos informaron que si íbamos a pedir un
permiso, dejarían que Montse y su hijo Marc, nos ayudaran a subir maletas y
niños al tren, así que así lo hicimos. Mientras Montse y Marc hacían estos
menesteres, yo pasaba el control con los niños.
Conseguido el permiso, bajamos al tren, el
revisor (un señor muy muy amable, nos dijo que le esperáramos y la azafata que
había, nos hizo subir por un lado del vagón, que fue justo el lado contrario
por el que teníamos que haber subido, debe ser que llevaba poco tiempo y no
sabía la numeración porque si no, no lo entiendo), no podíamos esperar más por
que el tren estaba a punto de salir, así que entré yo primero con la niña y la
acomodé justo en el lado contrario y le dije quédate aquí que vengo ahora
mismo. Mientras me crucé por dentro otra vez el vagón. No se podía acceder con
el carro del niño, por que como todo el mundo sabe, esto es España. Con esto
quiero decir, que la gente dejó las maletas en mitad del pasillo tiradas y
había un mogollón, con lo que era casi imposible acceder ni siquiera andando y
claro no se podía quedar allí el carro. Pensamos bajar por fuera y entrar por
la otra puerta pero no había tiempo, así que decidimos pasar el carro por
encima de los asientos. Creerme que aunque sea descabellado era la única
opción.
Montse por un lado, yo por otro y el niño
encima. Un circo. En ese momento pita el tren. Como la gente me vio tan agobiada
una señora y un par de señores que había, me dijeron; coge al niño y nosotros
pasamos el carro. Tranquila que entre todos lo hacemos, y que ella se baje.
A Montse le dio tiempo a bajar por que su
hijo Marc estaba bloqueando la puerta y el tren no podía arrancar, sino, se
hubiera bajado en Zaragoza.
Conseguimos pasar el carro y acomodar a
los niños, fue tal el lío que se montó que pedí perdón en alto a todo el vagón
y por supuesto di muchas gracias por que no se sabe cómo, siempre hay alguien
dispuesto a ayudar al de al lado. Quedan o mejor me incluyo, quedamos pocos,
que prestemos ayuda aunque afortunadamente aún hay alguno.
El resto del viaje, fue genial. Bruno se
durmió en menos de cinco minutos y Amalia fue viendo una peli.
Cuando llegué a Madrid una mujer muy
guapetona de mediana edad, me dijo: "¿vienes sola?", yo le dije que
sí y me dijo: ¿quieres que te ayude? Le dije tardo un poco por que esperaré que
salga todo el mundo. Ella me miró y me dijo: "tranquila te espero abajo,
cuando bajes yo te ayudo sin problema". No sólo eso, sino que como la
maleta la tenía en el otro la do del vagón, se quedó en el andén esperando con
mis hijos hasta que bajé la maleta. Se lo agradecí muchísimo.
Una vez abajo, vino un chico de Atendo
Renfe, muy majo y me ayudó con la maleta hasta que llegamos fuera que estaba mi
marido. Ya no era necesario porque con una mano me apañaba, pero aun así lo
hizo. Gracias a todos esos que ven las necesidades de los demás y se ponen en
el lugar de los otros.
Mañana más y mejor.
Un beso.
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